viernes, 11 de marzo de 2016

11M, 7:37 horas - In memoriam

Aquella mañana de jueves llegué a la estación de Aranjuez a eso de las 7:45 horas. Trabajaba por aquel entonces en el Ministerio de Cultura.

Los viernes entraba una hora antes... Si aquel atentado hubiera sido el 12 de marzo, quizás hoy no estaría escribiendo estas líneas, pues a las 7:37 horas habría estado esperando el tren hacia Recoletos en el andén 1 de Atocha.

Busqué una alternativa al Cercanías pensando que la C3 volvía a tener un problema técnico y me apresuré a tomar un autobús en la calle Infantas sin saber que ocurría en realidad.

Aunque los más jóvenes no se lo crean, por aquel entonces no había redes sociales ni smartphones donde consultar la actualidad en tiempo real.

En la radio del autobús hablaba en aquellos momentos el lendakari Ibarretxe y decía que los que habían puesto las bombas en Madrid no eran vascos sino alimañas. Luego habló Zapatero, candidato del PSOE condenando los atentados y el terrorismo etarra.

Y es que todo apuntaba a ETA, pues meses atrás, en Navidad, la banda terrorista había intentado volar un Talgo con mochilas bomba.

Poco a poco me fui enterando de la masacre que había acaecido en Madrid y cuando llegué a Legazpi, la capital de España gritaba de rabia entre sirenas de ambulancia y policía.

No funcionaban los móviles, estaban colapsadas las centralitas, pero mi padre logró llamar al Ministerio de Cultura y contactar conmigo.
- Dile algo a tu madre, que está llorando. No sabíamos si ibas en tren - me dijo.

Ahí me di cuenta de verdad de lo que era el terrorismo y de lo que suponía para madres, hermanos, familiares y amigos de las víctimas.

Aquel 11 de marzo de 2004 todos éramos víctimas de la barbarie.

Poco a poco mi móvil comenzó a reaccionar y tenía llamadas perdidas de mucha gente que me quiere y que no sabía si estaba bien.

Luego vino todo lo demás... hoy no es día de hablar de la noche preelectoral del 13 de marzo ni de la manipulación informativa, ni de un juicio que dejó serias lagunas en cuanto al arma del crimen o la autoría intelectual del mayor atentado de Europa.

Hoy toca hablar y reflexionar del viraje que ha dado la sociedad española en menos de 20 años. Es para hacérnoslo mirar:

Recuerdo el verano del 97, cuando toda España salió a la calle pidiendo la libertad del concejal Miguel Ángel Blanco, vilmente asesinado por la ETA de un tiro en la nuca.

También las grandes manifestaciones de los años 2005, 2006 y 2007 que
impulsaron las víctimas del terrorismo contra la negociación del gobierno de Zapatero con ETA y su entorno. Millones de españoles, abrazados a la bandera nacional, unían sus voces para respaldar a las víctimas del terrorismo, a lo mejor de la sociedad española. Ejemplo vivo de lo que es sufrir en sus carnes la sinrazón del terrorismo y aún así confiar en la justicia en vez de dejarse arrastrar por el odio y por la venganza contra los asesinos de sus familiares.

Hoy, 11 de marzo de 2016, la ETA sigue en las instituciones, y no solo eso, sino que la sociedad española ha olvidado todo aquello.

Asistimos impávidos a una operación de blanqueo del terrorismo, ahora los héroes no son los guardias civiles asesinados, los jueces, los funcionarios de prisiones secuestrados, los militares, policías o políticos de todas las formaciones ajusticiados por una bala o bomba etarra.

Ahora sus carceleros, sus verdugos, son ensalzados y homenajeados desde ayuntamientos, instituciones o desde las televisiones y radios.

Ahora Otegi es el hombre de moda, un hombre de paz apoyado abiertamente por formaciones como Podemos.

Ahora se justifica que en espectáculos infantiles las marionetas saquen carteles de "Gora ETA", se erigen placas en Madrid en homenaje a  tipos como Alfon, cuyo único mérito fue llevar una mochila cargada de explosivos y metralla para atentar contra policías en una huelga.

Mientras, a la mínima "Je Suis Paris" o Siria o cualquier otro lugar que no sea Madrid o España. ¿Qué está pasando?

El monumento a las víctimas del 11M de Atocha se cae a pedazos, se desmorona como la moral española narcotizada por nuevas figuras mesiánicas que apoyan abiertamente a los representantes del terrorismo etarra sin que nadie les eche nada en cara, al contrario, votadas en las urnas por millones de ciudadanos.

Sin quererlo, vienen a mi mente aquellos versos de Quevedo que hoy, 11 de marzo del 2016, están sin duda más vigentes que nunca en nuestra España.

Aunque la mía sea una voz en el desierto, aunque me vea solo en estas tristes reflexiones, dedico dichos versos a las víctimas del 11M y del terrorismo en general "sin hallar cosa en que poner los ojos que no sea recuerdo de la muerte":


Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.

Salime al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.





Javier Lindo Paredes

Concejal del Partido Popular






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por opinar en La Voz de Aranjuez