sábado, 22 de octubre de 2016

LA DECONSTRUCCIÓN DE ESPAÑA

Con un PSOE destruido como partido nacional, con un PP en retirada de las zonas de España donde se está dirimiendo la batalla identitaria nacional y con la abstención de Cs a mojarse hasta en la ducha, me temo que los últimos objetivos de la extrema izquierda serán alcanzados más pronto que tarde.


Este sería el parte de guerra a día de hoy, 22 de  octubre de 2016.

Pero no estaría firmado en Burgos, tal vez en una Alsasua cualquiera, donde se agreda a la Guardia Civil, o en una vulgar universidad en la que se impida el derecho a la libertad de expresión de los conferenciantes, o en los tuits podemitas, ya calentando la posible sesión de investidura de Mariano Rajoy con la convocatoria de un "Asalta el Congreso".

La deconstrucción de España está a punto de consumarse y con ella el derribo del espíritu constitucional de 1978 y del de Ermua. De todo eso, apenas quedan los escombros. 

La lástima es que ni siquiera tendremos a un Quevedo que levante soneto al hundimiento democrático patrio.

La legislatura de Rajoy será corta como un suspiro y débil como el pedo de un marica.

Volverá el agitprop a las calles madrileñas , a la Carrera de San Jerónimo, en
forma de "manifas" organizadas y alentadas por sus señorías de Podemos utilizando la WIFI del Congreso de los Diputados. En misa y repicando.

Asistiremos de nuevo, por la calle de Alcalá, a actos de kale borroka más cañís, con pasamontañas y clavel en la solapa o con nardos dentro del cóctel molotov marca Alfon, que no cuestan dinero y son lo primero para convencer. Como dice la zarzuela.

Este terrorismo callejero de anisete y de barquillo, impedirá de nuevo actos en los que intervengan personas que  no piensen como ellos y poco a poco minarán la moral del ciudadano que lo único que quiere es que le dejen en paz y alimentar a su familia con el sudor de su frente.

- ¿Para qué alzar la voz? - pensará con razón cualquiera con dos dedos de frente recordando ejemplos como el de Goyo Ordoñez asesinado por sus ideas.

- ¿Para qué? - dirá hacia el cuello de su camisa el diputado de provincia evocando a María San Gil o a Redondo Terreros, desterrados de la vida política española por no comulgar con ruedas de molino.

- A ver si ganan de una vez estos pesados y dejan de tocarnos las pelotas y arrasar Madrid - dirá Paco en un bar de Cuatro Caminos mientras ve el telediario y da buena cuenta de su menú del día.

Y ciertamente, es incómodo andar todo el día a la gresca y plantar batalla a los radicales violentos.

Lo más sencillo es continuar pagando al nacionalismo antiespañol en Cataluña para ver si se callan, obviando sus abusos e insultos que para más inri son subvencionados con dinero de todos.

Es  más fácil firman junto a los proetarras un comunicado condenando la presencia de la Guardia Civil en Alsasua  y de esta forma poder salir a la calle a tomar txikitos sin ser incordiado. Bien mirado, apalizar a dos de guardias y a sus parejas tampoco es para tanto.

Como no es para tanto dejar de jurar la Constitución en el Parlamento Vasco porque no se tiene costumbre, ni que se permita el paso a Otegui al palco de invitados bien acompañado por la portavoz de Podemos Euskadi.  ¡Ya ves tú!
Es preferible ser el rector simpaticote de una universidad que no aparece en ningún ranking de excelencia, pero sí en el del adoctrinamiento político a quejarse de esto y no ser reelegido.

Lo fetén es defender la libertad de expresión de los alumnos y permitir boicots y escraches, obviando que estas actitudes cercenan la libertad del otro, la del abucheado, del zarandeado, del que se tiene que dar la vuelta para que no le peguen.

Según Pablo Iglesias la legislatura se dirimirá en las calles, pero no en las de Venezuela, donde la gente monta colas para conseguir comida.
Tampoco en las Cortes de Caracas, dónde nadie puede llevar un cartelito de defensa de los Derechos Humanos porque seguramente esté en la cárcel debido a sus ideas.

La batalla continuará en las calles españolas, pero Pablo, el Gran Timonel, no habla de combatir a la gentuza que amedranta, amenaza y legitima el uso de la violencia, sino de perseguir a los padres que quieren  escolarizar a sus hijos en español en Cataluña, de ir contra los que desean estudiar en la universidad sin tener que ver carteles de apoyo a ETA.

A Pablo los que le molestan son los guardias civiles no los que los que los muelen a palos.

La batalla de la que habla Pablo es contra la ley establecida o directamente contra la Constitución.

La deconstrucción de España continúa, pero sin la mirada experta de un Chicote que advierta que la receta va a salir mal, sin un Gobierno, sea del color que sea, que ponga de una vez freno a esta situación que ya se ha pasado de castaño oscuro.

Ignoro si volverán los años de plomo, aquellos en los que los muertos por ETA tenían que salir por la puerta de atrás de las sacristías, como pidiendo perdón por haber sido asesinados.

Ignoro si tendré que pensarme dos veces antes de escribir este tipo de artículos, pero si la gente de bien, los que creemos en una sociedad sana, democrática y donde quepamos todos no nos unimos, todo estará perdido.

La batalla continuará, no solo en las calles como piensa Pablo, sino en todos los ámbitos de la sociedad, pero si la damos.  

A este paso, por este camino, la ganarán los que más gritan, los que más tienen que callar.


Y lo que es peor... sin resistencia alguna.




Javier Lindo Paredes


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